Vuelan tus ojos,
como palomas
sobre el recuerdo,
sobre sus hojas.
Danzan tus manos,
tan sigilosas,
sobre el deseo,
las dulces horas.
Y tu sonrisa,
llena de alcobas,
urde su nido
hecho de rosas.
Por desposarla,
mi boca roza
con mil suspiros
tu viva boca.
Y hay vuelo y baile,
luz que rebosa,
lecho sediento,
como una copa,
cuando me besas:
porque rebrotan
alas y labios,
risas jugosas.
¡Llama y misterio
cuanto me toca
con tacto cálido
de luz y sombra!