viernes, 29 de febrero de 2008

Besarte a ti

Besarte a ti es, amor, besar el día
nacido de la luz entre tu boca,
amanecer desnudo de repente
en un jardín de labios y sigilos.

Besarte es el murmullo de la pluma
de la sedienta flor que se abre libre
para volar su aroma por el cielo
azul definitivamente y vivo.

Besarte es un camino de ebriedades,
de copas necesarias y pobladas,
es un reino frutal ceremonioso
de mil recién nacidas libaciones.

Besarte es el oficio de los ángeles
caídos hasta el borde de tu boca
para extraviar su tibia mansedumbre
y su vuelo celeste por tus labios.

Besarte es el calor de los adentros
que te beben el tiempo acariciando
la feliz sucesión de los reinados
de suspiros de trono enaltecido.

Besarte es el destierro que pretendo,
la patria vagabunda que ambiciono,
las arenas de paz y de regreso,
la vida, el alma misma, es... el aliento,

la locura de amar desfallecida.

domingo, 24 de febrero de 2008

Hablar, contigo

Por dentro de la vida, de su entraña
sutil y transitable me acaricia
la soledad, pausada y dulce,
la leve terquedad de recordarte.
Es un trayecto en nada rectilíneo,
una canción de sendas sin señales,
trenzadas en el laboratorio frío de los mapas
que aplican en la piel dudosa
cremosas profecías.
La soledad, decía,
sus manos, el destierro
extienden por mi cuerpo tu recuerdo,
una capa que espesa sensaciones
sonámbulas y cálidas
que suben a los labios
su marea de lunas ambiciosas.
Podría denominarlas,
si tú quieres, si me dejas,
memorias obedientes a tus dedos.
Es que no es fácil que se encajen,
perdóname, mi amor desposeído
y tu silencio hondo,
si no es al contacto demorado
de versos que me palpan
como entonces
tocabas con tus manos mi deseo.
Ungías con palabras elegidas
el corazón, hambriento de tu boca,
el oído que ansiaba
la embriaguez de los labios en su pugna
de fragor y sonidos acuosos.
Era sencillo amarte,
escribir por la noche de los besos
que dolían tibiamente
en la boca inundada de palabras.
Solo la oscuridad ya funde
la soledad silenciosa,
las caricias de entonces, las palabras
ahora encaramadas en las luces
de tu amor, que me impregna los minutos,
la calma que impacientemente
me acaricia, como un beso
de interminable despedida.

viernes, 22 de febrero de 2008

Sabré de ti

Sabré de ti cuando el placer me exalte













abrazado a otro cuerpo,













cuando mi boca













busque en labios remotos los sabores













de la niebla de seda de besarte.



























Sabré de ti mientras acaricie el silencio,













rodeado de voz y de palabras













que me digan te quiero sin tocarme,













sin consagrar la vida













como tus ojos, llenos de impaciencia.



























Sabré de ti como un misterio vivo,













un brote de nocturnas amapolas,













el sueño de la muerte en que dormíamos













la vida y la sonrisa.



























Sabré de ti. Vendrá el instante













de separar el tiempo de mis ojos. Y mi boca













dirá tu nombre y tu sabor, en sombra.



























Déjame imaginar que entonces













estas palabras guardarán tus labios,













tus ojos, el despertar de tu sonrisa.













Para que siempre













sepan de ti los hombres, y la vida.

Para oír el poema










































jueves, 21 de febrero de 2008

Unidos

Busco, en silencio,



la piel que extensamente ofreces.



Te palpo, te dibujo



tu cuerpo;



recorro tu textura,



tu vello, como el trigo,



que se humilla obediente, y ya se ensalza,



al viento enamorado de mis manos.







Contemplo, complacido,



el gesto grácil de arquearte,



mientras sonríes,



para que te desvista por completo.



Es hermoso que surja



la desnudez primera, el mapa indómito



del placer mineral,



la locura febril de mi deseo.



Y es unión y es abrazo



de los sexos que alcanzan la abundosa



sensación de dorados estallidos.







Y de calma se empapa, luego, el aire.



Y recobra la tarde sus minutos,



el fuero, ya olvidado, de otro tiempo.



lunes, 18 de febrero de 2008

Oración

Nos persigue el ayer, la sombra escasa,

la máscara sin rostro,



la mueca vacía y el desprecio.



Contamos, en cambio, aún,



y es un consuelo inexorable,



con toda la muerte por delante,



con la fiel, serena y piadosa Muerte.



Hermana Muerte, envidio tu prestigio



de paciente esperanza y de firmeza.



Quiero rezarte ahora,



alzar el cáliz oscuro de mi voz



como un vino cuajado y perezoso.



Hermana Muerte, bebes la sangre



espesa como lava,



bebes hasta las heces los pecados



que rebosan los vientres insurrectos.



Devoras el ardor de las palabras



asfixiadas, abatidas,



de todas las plegarias que consumes.



El dulce licor de nuestra vida



te emborracha felizmente;



y roncas satisfecha, como un cíclope



en tu cueva de sombra ineluctable.



Hermana Muerte, te ruego humildemente



que permitas que cargue todavía



el arma de fuego de esta vida.



Que escupa los deseos, proyectiles



de trayectoria sorda y venenosa,



que reviente la tripa del pasado,



del obeso pasado, renqueante,



monstruo de soledad infatuada.



No te olvides que siempre



reservé mi existencia para darte



tu alimento tan justo y necesario.



Que soy tu siervo y vivo



solo para besar en la agonía



tu boca de negrura decisiva.







sábado, 9 de febrero de 2008

Tu luz para nacer...

Tu Luz, para nacer, al viento agita
sus amplias alamedas de recuerdos,
como brotes sagrados de memorias,
de evocaciones blancas y constantes.

Tu cuerpo, como llanto amanecido,
como risa de almenas encumbradas,
en el aire se esgrime, sol de espada,
lanza de azules y sedientas bocas.

Qué ambiciones de besos y de sombras
en mis ojos enciendes, codiciosos
de tus labios hambrientos de presencia.

Y qué dulce y qué grácilmente alientas
resurrecciones, glorias, firmamentos,
vidas de encarnaciones amorosas.

domingo, 3 de febrero de 2008

Espuma, viento

Sabe acaso la espuma


que saltar viva y libre precipita


su silencioso ahogarse entre las aguas.





Tal vez intuye el viento,


brotando con su brusco vuelo y canto,


que la quietud le aguarda en el espacio.





La espuma de tus besos,


el viento embravecido de tu aliento


no dormirán jamás mientras exalten





la libertad jugosa,


la floreciente llama de su alas,


en callados suspiros de palabras.





Como pan que se quiebra


en la boca, te escribo esta plegaria


amasada de luz y de recuerdo,


de ola de eternidad huracanada.


Eternidad

Hacia la eternidad fluye tu cuerpo,

como barca de nieve, dulce y lenta.

Para la eternidad te palpo viva

con las manos heladas del recuerdo.

Desde la eternidad busca mi boca

beber las nubes llenas de tus labios.

Bajo la eternidad mi sombra acecha

el curso luminoso de tus ojos.

Contra la eternidad tiendo palabras,

arcos de soledad sonora y vuelo.

Ante la eternidad se alza el cadalso,

la inmortal agonía de adorarte...

Hasta la eternidad tendrá que amarte

la luz deshabitada de estos versos.