domingo, 27 de diciembre de 2009

Está en ti la luz

Está en ti la luz, el viento y la palabra,
la presencia del tiempo denso y lleno,
está en ti la muerte derrotada,
la mirada de un dios sediento, antiguo,
el azar del silencio
roto por la quebrada estrella de cantarte
tanta umbría desierta,
tanta espaciosa anchura, tanta aurora.
Está en ti lo que soy,
lo que fui, ante tus ojos incendiados,
cuanto seré hasta el instante mismo,
la saciedad imprecisa de la muerte.
Está en ti mi vida:
eres suma celeste,
angelical anuncio, profecía
salvaje de tu cuerpo enamorado.
Calidez repentina de tus pómulos,
adivinadas olas de tu boca,
tu sonrisa. Tu amor embravecido.
Está en ti la luz.
Qué otra cosa decir. Toda la luz.

martes, 15 de diciembre de 2009

Es de noche

Es de noche. Tejen tus párpados
sueños de sal enamorada.

Ahora estos versos
parece ya que quieran en tus labios
hilvanar solo un rumbo,
una patria imposible
de sombras devoradas.

Parece, sí, que al fin alcancen
la perezosa luz,
la sigilosa cumbre de tus ojos.

Penélope lejana,
tus manos laboriosas,
llenaré con la nieve de mi boca;
perezosa Nausícaa,
tu ajuar
y tu deseo
bordaré de palabras y de besos
incendiados de viento y escritura.


sábado, 5 de diciembre de 2009

Plegaria

Es delgada la voz que te descubre
detrás de las cortinas
y las horas. Es espesa la sangre
de la aurora de sal desvanecida.

Un dibujo de sombra. Una palabra
tendida en el silencio
como un cuerpo por fin deshabitado.

No podré regresar hasta la orilla
de tus labios de menta devorada.
No podré regresar, y sin embargo
esa es, y por qué, mi única plegaria.