sábado, 5 de diciembre de 2009

Plegaria

Es delgada la voz que te descubre
detrás de las cortinas
y las horas. Es espesa la sangre
de la aurora de sal desvanecida.

Un dibujo de sombra. Una palabra
tendida en el silencio
como un cuerpo por fin deshabitado.

No podré regresar hasta la orilla
de tus labios de menta devorada.
No podré regresar, y sin embargo
esa es, y por qué, mi única plegaria.

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