domingo, 27 de diciembre de 2009

Está en ti la luz

Está en ti la luz, el viento y la palabra,
la presencia del tiempo denso y lleno,
está en ti la muerte derrotada,
la mirada de un dios sediento, antiguo,
el azar del silencio
roto por la quebrada estrella de cantarte
tanta umbría desierta,
tanta espaciosa anchura, tanta aurora.
Está en ti lo que soy,
lo que fui, ante tus ojos incendiados,
cuanto seré hasta el instante mismo,
la saciedad imprecisa de la muerte.
Está en ti mi vida:
eres suma celeste,
angelical anuncio, profecía
salvaje de tu cuerpo enamorado.
Calidez repentina de tus pómulos,
adivinadas olas de tu boca,
tu sonrisa. Tu amor embravecido.
Está en ti la luz.
Qué otra cosa decir. Toda la luz.

martes, 15 de diciembre de 2009

Es de noche

Es de noche. Tejen tus párpados
sueños de sal enamorada.

Ahora estos versos
parece ya que quieran en tus labios
hilvanar solo un rumbo,
una patria imposible
de sombras devoradas.

Parece, sí, que al fin alcancen
la perezosa luz,
la sigilosa cumbre de tus ojos.

Penélope lejana,
tus manos laboriosas,
llenaré con la nieve de mi boca;
perezosa Nausícaa,
tu ajuar
y tu deseo
bordaré de palabras y de besos
incendiados de viento y escritura.


sábado, 5 de diciembre de 2009

Plegaria

Es delgada la voz que te descubre
detrás de las cortinas
y las horas. Es espesa la sangre
de la aurora de sal desvanecida.

Un dibujo de sombra. Una palabra
tendida en el silencio
como un cuerpo por fin deshabitado.

No podré regresar hasta la orilla
de tus labios de menta devorada.
No podré regresar, y sin embargo
esa es, y por qué, mi única plegaria.

domingo, 29 de noviembre de 2009

Te requiero

Te amé con el silencio
cabizbajo,
con la mirada tensa y la palabra
de pie y enamorada de tu boca.

Te amé desde la infancia
derribada,
desde la soledad, la melodía
de besar tus recuerdos y tus sueños.

Te amé
como me dio a entender la vida,
el deseo, la muerte avariciosa.

Te amé
porque no quise ser
esclavo siempre,
sino canción, y luz, y llama herida,
cauce de sangre emancipada.


Te amé y te quiero en el espejo
de la memoria rota,
en mis manos que buscan
todavía
la nube de tu piel amanecida.

Te quiero y te deseo,
y te requiero
a las aladas almas de las rosas,
a la improbable aurora
desposada en las bocas dulcemente.

domingo, 22 de noviembre de 2009

Me dejaste

Me dejaste. Pusiste entonces
el espeso sendero sin memoria,
la canción apagada,
destruida, la misteriosa
sombra de tu silencio.


Qué podía decir
si no querías
que mi boca de nuevo te rompiera
brotes de fuego oscuro
por tu boca de nube y de desnudo.

Ay mi amada de sal,
oleaje tu cuerpo, desabrochada
vida tus pechos repentinos,
plenos. Ah qué caricia
tu piel blanca y eterna, tu mirada
encendida, habladora,
de dolorosa luz edificada.

domingo, 15 de noviembre de 2009

Solo es el viento

Sobre mis labios,
solo es el viento
el que pone jazmines
y ciegos besos.
Solo es el viento...

¿Sobre tus labios,
dibuja un velo,
se le  llena la boca
de espuma y tiempo?
Solo es el viento...


Boca de niebla,
lengua de fuego,
llevas cegada mi alma
toda en ti ardiendo.
No es solo el viento...

miércoles, 4 de noviembre de 2009

Aroma de deseo

Este aroma de viento agradecido,
esta sal que relumbra geometría,
esta negra canción,
este recuerdo,
este gato que araña amaneceres,
esta herida de amar que suma y sigue.


Todo lo llenas tú,
reina de barro,
carne de cama oscura, dulce niebla...
Todo el mar en tu boca; 
denso oleaje
de tu cuerpo en la piel de la memoria.
Todo lo llenas... Di, qué sueños bebes,
dónde se abre la cueva de tus labios,
en qué noche tu luz
se ha sepultado,
di, vida,  dónde te escondes
y traspones.


Buscaremos abismos,
la lluvia, el ala lenta a ras de cielo,
los dulces pasos
de la felina mansedumbre;
no temerás las fieras,
y pasaremos fuertes y fronteras.

Y seremos, princesa, para siempre
esta sombra de estrella amanecida,
este gozo de cuerpos enredados,
esta boca de muerte deliciosa,
este olor de deseo derramado.

domingo, 1 de noviembre de 2009

Te dibujo los ojos...

Te dibujo los ojos
con la tinta cansada de los sueños
con el velo mojado
de las bodas oscuras que desposo.


Y en tu cuerpo se rompen
las costuras esclavas y renace
el deseo en la punta de tus senos.
Tengo la boca
habitada de viento y de oleaje.


Podré amarte
hasta el corte preciso de la aurora,
su cuchillo de plata enrojecida.
Podré amarte,
despacio,
demorando los labios
por el relieve vivo de tu cuerpo.


Y dejaré tus manos
llenas de nieve y luz,
llenos tus labios
de palabras jugosas y suaves,
y en tus ojos
qué paisaje de vuelo derretido,
qué espejismo de arena edificada.

martes, 27 de octubre de 2009

Hipatia

Tus manos
se apresuraban a cubrir
tu desnudez en vano.
Adivinabas, temblorosa, 
el frío,
el filo del cuchillo,
el odio,
desollando tu piel inmaculada.
Un ángel te entregó la muerte,
la dulce asfixia que evitaba
tanto dolor inútil presentido.
Venía mirando desde el cielo
tu camino de estrellas deseadas.
Extraña gloria este morir dos veces,
cruelmente en vida,
amorosamente asfixiada en la pantalla.
Extraña suerte este vivir dos veces,
en un rincón de Alejandría,
sucia y ya
demoníacamente cristiana;
y luego
en tantas salas lóbregas y abstractas,
de todo el orbe extenso ahora.
Tus manos
han trazado esta elipse prodigiosa,
este salto del tiempo, esta locura,
mujer
por fin ya sabia y libre
ante todos los hombres.

lunes, 12 de octubre de 2009

Luz húmeda y oscura

Toda la suavidad llena tus ojos,
luz húmeda y oscura,
temblor pequeño
asomado
como un niño de pronto a mis pupilas.

Amor mío, lo sabes,
se enredan en mi boca
palabras de sonidos trepadores,
y parece que sean
barro a veces,
y vasos para el agua del deseo.

Fresca hondura de viento y cauce dulce,
sal mentida de amor,
mar extendido,
hoy qué lejos la muerte y su costumbre,
qué insolencia de azahares al besarte,
de menta y de recuerdo.


El aire que se sube hasta tu boca
sacia su soledad,
puebla tu cuerpo;
luego se adentra en mí,
y regresa
hecho palabra 
a tus labios,
y se moja en tus ojos,
alfareros de luz, temblor, silencio.

jueves, 8 de octubre de 2009

Vuelvo a besarte, amor

Un día, es verdad, es solo tiempo
derramado.
Hasta su fin exacto.
Y sin embargo siento
--capricho repetido de mi boca--
venir hacia mis labios
suavemente,
lentamente,
tus labios, acogidos al silencio,
a la latencia del deseo,
al temblor del amor que te reservo,
justo, ya ves, en este día. Es solo tiempo
derramado, razono.
Y sin embargo
vuelvo a sentir tus labios,
el sabor, la vida,
la alegría que exhalas al besarme.
Vuelvo a besarte hoy
desde la boca
que estas palabras fingen en el aire.

lunes, 28 de septiembre de 2009

Quise toda tu luz

Quise toda tu luz. Y tú lo sabes.
Una ambición oscura
me quemaba la boca y al besarte
hundía un mar exhausto de deseo
en tu boca,
cristal de sombra dulce.
Quise toda tu piel: crucé los ríos
de tus venas, buscando por tu cuerpo
la ingravidez, la voz y la palabra
derrumbada de gozo en tus gemidos.
Quise toda la vida
en un instante;
sentí el ciego rumor con que la herida
abre suavemente
los labios rojos al sediento filo.
Todo el tiempo de pronto
sabe a niebla,
a la seda lasciva de tus besos,
a la aurora que brota labio adentro,
enredada de estrellas como frutos.

.

domingo, 20 de septiembre de 2009

Habla la amada

Ha prendido, mi amor, toda tu fuerza,
como una llamarada,
en el jazmín callado de mi cuerpo.


Y ha entrado en mi boca,
y me ha quemado
la nieve dulce de tu boca.

¡Ay mi cuerpo de nácar,
ay mi boca de menta y de recuerdo!

Pon tus dedos de viento,
sobre la espalda suave
del silencio,
sobre la piel huidiza,
herida en la memoria de tus besos.

Y ponme en las palabras,
la textura sabrosa del recuerdo,
¡que suban a mis ojos
y dejen el reflejo
de tus ojos, mi amor, 
inmensamente abiertos!

¡Ay mi cuerpo de nácar,
ay mi boca de menta y de recuerdo!


martes, 15 de septiembre de 2009

La huella del silencio

¿Me dejas, di, que te recuerde
cuando tus ojos
buscaban en los míos el espacio,
el lugar necesario
donde ocultar el tiempo,
su marea voraz, rítmica,
altiva?
¿Vas a poner de nuevo
sobre la tarde lenta
las figuras quebradas del recuerdo,
las alas rotas, los agravios,
los cuerpos extraviados
en el oscuro bosque del placer?
Tengo en la boca
grabado el mapa exacto de tus labios
rojos y tersos,
el tacto firme y tenso
de tus pechos.
Y por mi cuerpo
aún la bocanada ciega del deseo
extiende su aleteo
negro y lascivo.
Solo mirarte
bastaría seguro
para dejar ya siempre aniquilada
la rígida altivez, la asfixia,
la huella indescifrable del silencio.

domingo, 13 de septiembre de 2009

Amarte

Noche es de nieve dulce tu boca;
tu mirada,
hierro candente y hondo que me duele
doblemente por dentro.
Gimes y te rebosas,
vuelo vivo de oscuras pesadumbres
que deslumbran al fin
tu cuerpo 
tenso y pleno.


Astros de niebla densa me embriagan al besarte,
bebo todas las sombras como un vino esquivo
forjado en la tibieza derramada y sedosa.

Calidez rebrotada, angulosos deseos,
el olor afilado de la suave tiniebla
que humedece tu sexo: 
todo en ti se hace espacio,
oleaje de instantes que se agitan y ponen
un sabor de cuchillo y de espuma
que al fin invade de silencio
mi cuerpo
tenso y pleno.

viernes, 11 de septiembre de 2009

Mi voz

Mi voz recorre en vuelo los caminos
sedienta de tu alma evanescente,
te acecha agazapada en las palabras
que palpitan en sombra y en deseo.

Qué delicia tu boca apresurada
por mi letra callada, sí, qué aurora
en los versos tus ojos, que acarician
suavemente sus alas mensajeras.

Deja que luego busquen en tus labios
la grácil humedad para el regreso,
que los unja de luz tu voz, y el aire
los recubra de ausencia fugitiva.


Y a mi boca se vuelvan fatigados,
victoriosos y dulces como heridas,
y se duerman por fin, como palomas
derretidas de amor en el silencio.

martes, 8 de septiembre de 2009

Te amo, sí

¿Basta sin más con que te diga
que te amo? ¿O es que es preciso
acumular palabras
como escombros,
trenzar metáforas, sonidos,
versos que se te enreden en la boca
y traigan esa antigua huella
de un cierto aturdimiento dulce
en que la lengua
evoca el trazo oscuro,
dudosamente,
el mapa ciego de tus dientes
y tus labios? Y sin embargo,
no sé callarme, no, no sé callarme,
y una y otra vez te dejo escritos
escombros, versos, huellas, mapas,
la ruina suave del recuerdo,
la medida canción de la memoria,
la evocación del beso hecho herida,
cartografía
de tanto amar, de tanto amarte, sí,
de este modo exhaustivo de quererte.

jueves, 3 de septiembre de 2009

El sueño del deseo

El sueño espeso del deseo,
la vestidura blanca del olvido,
sus ojos, vacíos y hondos,
todo lo deposito
en el umbral incierto del silencio,
y busco
la humedad impaciente,
la soledad espaciosa de tu boca.
Como aves antiguas
las palabras se mojan
tibiamente en tus labios,
y enseguida
alzan de nuevo un vuelo
oscuro en las moradas
secretas de tus ojos. 
Dónde pondrán sus cuerpos
pequeños y lascivos,
alados y precisos,
en qué lecho ansiarán
el temblor
dulce, la llama fría,
los labios resecos
de la muerte.

miércoles, 2 de septiembre de 2009

Qué despacio

Qué despacio mis ojos por tu cuerpo
buscan un viento helado, una locura
de pájaros huidos, de minutos
mansamente dormidos sin memoria.


Con cuánta soledad tu movimiento
me encadena en el fuego de mirarte,
en la prisión oculta y codiciosa
del deseo de ti, sedoso y vivo.


Ah, por dónde alcanzar tu boca esquiva,
por qué espacio volar hasta tus ojos,
por qué cielos traidores y nocturnos,
por qué ocasos malditos y qué lunas.

miércoles, 26 de agosto de 2009

Te escribiré de nuevo

Te escribiré de nuevo
simplemente
una bandada densa de palabras,
que llenará tus ojos de camino,
de canto y ambición de primavera.
Todo estará en el vuelo
recogido,
como la luz que imprime en el espejo
la suavidad  de un mundo imaginado.
Todo te sabrá a espacio
y a deseo,
y dejará en tu boca un nido dulce
de silencio y memoria rebrotada.
Te escribiré de nuevo,
amada mía,
porque mi voz te alcance aladamente,
embriagadoramente, eternamente.

domingo, 16 de agosto de 2009

Busco el olor

Busco el olor,
sí, el olor obediente y suave
de tus senos impacientes,
y el roce
humilde y vivo de tu labio, 
la reverencia
hospitalaria de tus párpados,
la delicada
orfandad luego de la luz,
cuando mi boca
los sella, oscura y tibiamente.
Siento enseguida
tus manos, navegantes
sobre mi cuerpo en oleaje,
y el espacio
desnudo de palabra,
y la muerte
dormida, como un ala
que, de pronto,
agita su destreza,
la espada dulce que en tu boca
al fin se moja de gemidos
cuando llenas
de tiempo húmedo el deseo
mordido como un fruto.

martes, 4 de agosto de 2009

Sendero de mis labios

Tu boca sabe, amada, a hierro y vida
y trae encadenado a mi memoria 
el aliento cautivo
de las bocas que amaste hasta mi boca.
Por tu piel se reaviva
el fuego prisionero
que ajenas manos te prendieron
en tus senos rotundos,
desbordantes de luz palpable y tensa.
En tu vientre me sacias de blancura
y deseo  y renacen las primicias
de la dulce espesura de la muerte.
Y en tu sexo --fuerte y áspero vino--
se vuelve a derramar
gozosamente
la niebla densa
de racimos de estrellas fugitivas.

lunes, 3 de agosto de 2009

Infectado de ti

Siento la boca dormida, como un nido
vacío, como un vaso
sucio y sediento. Y una marea
de tinta espesa y codiciosa
moja todo el papel de auroras muertas,
de recuerdos bastardos y negruzcos.

Y me infecta tu amor, como una larva
que fermenta en su ciega podredumbre.
Quiero beber de nuevo
la muerte ávidamente de tus labios,
la eternidad de hierro del olvido,
el agua oscura de tu sexo
tibio y sedoso.

miércoles, 29 de julio de 2009

La fatiga dulce de decirte

Voy a dejar tu amor, como una herida,
escrito en la república del viento,
en las lagunas negras de la muerte,
en la tierra fecunda de tu ausencia.

Voy a sembrar tus labios en cien labios,
tus ojos en mil ojos, porque beban
tu luz y tantos besos, desbordados
en la voz labradora de quererte.


Qué azulada la sed de tanto amarte
me llega por las venas lentamente
a la morada triste del latido.

Y qué roja, del pálpito a la boca,
se desboca en el surco y la palabra,
en la fatiga dulce de decirte.

miércoles, 22 de julio de 2009

Llegeix-me en veu alta

¿Hi posaràs només, amor,
l'embolcall llis i tebi del silenci
per sobre d'aquests mots
mentre espurnegen els teus ulls
encuriosits per les petjades de les lletres
sobre la freda neu lluent de la pantalla?
¡Fóra tan dolç que dels teus llavis
plogués llur so, fecund i sorollós,
tal la munió d'estels que claven
els crits d'agulles lluminoses
a la pell fosca de la nit callada!
Escric i les paraules, dòcils,
estenen la petita nuesa dels seus cossos;
sembla que sentin tremoloses
desig per la carícia humida
dins la teva boca. O quin deler
d'amar-te! Tanmateix sia ara d'amagat
darrere del mutisme d'aquests mots,
encara no nascuts, no humitejats
pel plor feliç i dolç que el teu petó profund
va fondre vivament  dins meu per sempre més,
el primer cop, aquell matí de foc,
de triomf, que vas venir per fi, recorda, sí,
fins l'escalfor curosa dels meus llavis.

miércoles, 15 de julio de 2009

Incienso

Este silencio se consume
quemando lentamente.
De su incienso se eleva
poco a poco una danza de perfume
que impregna el aire seco.
Voluptuosamente,
el humo esculpe: tu cadera
que gira, tus senos
lentamente, dulcemente,
bebidos por mis labios.
Y qué abrupto y hermoso
que finalmente
inunden el espacio
los gemidos que estallan,
y aprietes en mis manos
todos los sueños que apuramos
como un vino esperado
por tanta sed de amarnos,
cuerpo a cuerpo.
Este silencio y esta sombra.
Esta memoria llena y pura. Limpia
como un altar.
Como una nube
de luz y de deseo.

jueves, 9 de julio de 2009

Plegaria de discípulo

Ah, tu boca, palacio de la hondura,
reino de la humedad dulce y precisa,
no sé negarte con palabras negras
pues la luz de besarte me desborda.


Pon de nuevo en mis labios el silencio
incendiado de golpe en tu saliva,
fuego griego de menta naufragada,
niebla densa de llama y de gemido.


Por el oscuro torso de la noche
trepa la sombra y busco traicionarte
con un beso de sal en la mejilla.


Pero grito tu nombre y calla el gallo,
y voy preso al calvario de abrazarte,
de morir en la cruz de tu memoria.

martes, 16 de junio de 2009

Dentro de mí, tu voz

Dentro de mí tu voz
extiende su eco.
Dentro de mí,
todo es espacio,
para su vuelo.

Dentro de mí, tu voz
a menudo, mi amada,
calla a destiempo.

Trenza secreta
de palabras de cielo
que me iluminan
todo el silencio.

Y aún no despierto.
Y está tu voz
dentro de mí,
dentro, mi amor,
como tu cuerpo.

jueves, 11 de junio de 2009

Amor de tu cuerpo

Eres sombra y cristal en promesa desnuda,
eres sal y silencio, manos de luz hundida.
Te rebosa la noche
cobijada en tu cuerpo
por los ojos oscuros sus cumbres de estrella.
Soy espuma de ausencia,
voy a sembrar mi voz hecha de espada,
a excavar la oscuridad sencilla y dócil,
a poblar tu deseo de caricias metálicas,
de voces que te usurpen
los recuerdos callados.
Pondré en tu piel amarga
un incendio de dátiles,
una canción de luz envenenada,
un tálamo cautivo de besos escarpados.
Doce puertas de agua, doce lenguas de fuego
nimban el paraíso de tu sexo invadido.
Y en tus senos la muerte lentamente
se deshoja de su ciencia
como un árbol maldito. El tiempo vivo
erige su final en las rosas
dulces de tus pezones. Oh mi amada,
de cuevas de leones, de azucenas,
de sevicias de diosas exaltadas,
eres la luz que derramas en mis labios,
el orgullo perenne de tus besos oscuros.

Cada voz

Cada voz que recuerda tu voz ahora perdida
me trae de nuevo el aura de tu palabra llena,
cada espejo parece que busque tu sonrisa
para prender deseo en el reflejo de mi boca.

Solo puedo sellar la memoria de oírte,
el recuerdo que asciende de tus besos precisos,
con palabras que agitan un alado silencio
y en tus labios dibujan su rúbrica callada.

Vuelvo a ti. Mi princesa. Mi alma exacta y lejana.
Como un barco olvidado a su puerto primero.
Como vuelve la voz deseosa a tus labios.
Como vuelve la luz a bañarse en tus ojos.

jueves, 4 de junio de 2009

Vientre negro del tiempo

Hundiste en el vientre
eterno y negro del tiempo
tu voz, que destellaba
como un cuchillo dulce;
erigiste desnuda
como espuma habitable ante mis ojos
tu cuerpo edificado.
Y el deseo encendido
temblaba por mi boca,
fantasma ebrio y oscuro.
A la cumbre exaltada de besarte,
al escarpado sueño de los dedos,
a la ferocidad cautiva de los sexos
me convoca esta noche
la ciega luz,
la reseca marea del recuerdo.

martes, 2 de junio de 2009

Bésame

Dame a probar la estrella que rebosa,
resplandor que te estalla en labio y sueño,
dame la espuma herida, alada ola,
la dulce niebla densa de besarte.

Pon desnudo el azar en sed de fuego,
a flor de oscura luz tu boca viva,
pon la muerte a dormir en la isla negra,
donde olvidan las bocas derribadas.

Y qué delicia tu voz cegada en besos,
qué desnudo tu amor, tu cuerpo claro,
qué palabra el silencio, pues me miras.

No deshagas mi voz, callada a tientas,
y que trepe este verso que te nombra,
y relumbre en tus labios mi deseo.
 

jueves, 14 de mayo de 2009

Canción de ausencia

Pondré una flor oscura
sobre tu ausencia fría,
una flor que navegue y que despida
el olor de los ámbitos desnudos,
o de las aguas, suaves tibiamente.


Pondré una flor oscura
llena de viento adormecido.


Y qué dirán tus ojos si deshojas
los pétalos lentos y aturdidos,
qué mirarán tus labios cuando besen
el despojo interior, cálido y último.


Pondré una flor oscura
llena de luna y de marea
sobre tu ausencia,
sobre tu ausencia fría.


Pondré una flor oscura.
Tuyo será su aroma amanecido.


 

domingo, 10 de mayo de 2009

Mendelsshon, opus 102, número 4

Encontré, tras la cortina oscura
que tendía la música,
todo el silencio, antiguo y cierto,
frágil y cautivo,
todo el silencio que anhelaba
como un pájaro herido,
posarse entre mis manos.

Detrás de la música, 
al otro lado del deseo
lento, y casi ya vencido,
al otro lado tú, mi amor,
tus mismos labios,
solo moviéndose,
para decirme (sin palabras),
tras la cortina de agua oscura,
en el silencio que profanan
sutilmente
las manos cuidadosas,
tú musitando tibiamente
te quiero, 
detrás de los sonidos, 
que dulcemente
mueren. 

domingo, 3 de mayo de 2009

Voces que escalan

De lento amanecer,
de sabor vivo,
del brote de tu boca estremecida,
de la abundancia doble de tu pecho,
de tu gemido
voraz, abrupto, derramado,


de todos los reflejos que gozarte
pone en las oscuras pupilas de la muerte,
de toda tu presencia
y tu figura,
de labio, tarde soldado y ya vencido,
de silencio, maduro y sabroso,
de la urdimbre callada del recuerdo,
y de espejo, sediento de tu cuerpo,
ausente de la luz de tu mirada,

de todas estas cosas he alzado
un refugio de voces sigilosas,
que miran en tus ojos,
escalan a tu boca
y densamente
te besan en la cumbre del deseo.

domingo, 26 de abril de 2009

Saboreo el recuerdo

El perfume de sal ceremonioso,
la reverencia amable de la brisa...
Saboreo el recuerdo, pues el tiempo
ya no eleva exigente su mirada.

Deseo cada sombra y cada eco
con avidez exhausta de agonía,
cada gesto de labios entreabiertos
lentamente acercándose a mi boca.

Y ese tenso placer en que culmina
el ascenso exaltado y donde el cielo
se derrumba en las manos dulcemente.

Ese olor de silencio y  de gemido,
esa espada de nube embravecida,
ese fuego de auroras rebosadas.

 

jueves, 23 de abril de 2009

Buscar tu voz perdida (desde un verso de Joan Margarit)

El mar ofrece ahora agua y sombra,
soledad ancha y húmeda: no basta
con la oscura fatiga del crepúsculo.


Remuevo fríamente
la arena con los dedos;
trazo surcos estériles,
como si pretendiera
buscar dentro de mí tu voz perdida.

(Como si deseara, todavía,
tus besos en la boca, o en los párpados,
o tus manos, cruzadas en la nuca,
mientras escribes en el aire con tus labios
las palabras
te quiero siempre, vida mía
)




domingo, 19 de abril de 2009

De qué sirve el silencio

De qué le sirve al hombre
el camino y la sed, la soledad,
o el mismo viento,
de qué le sirve el tiempo oscuro,
la región extensa de la piel
y del deseo,
si pierde el ancla suave,
el blando yugo
de amar tu cuerpo.
Ah, la espuma breve en la bahía,
el tacto fértil de la tierra,
los labios prisioneros
del mar exacto de tu boca,
tibio silencio y fruto
de niebla y de cristal,
y menta, y miel...
De qué me sirve, di,
de qué
el silencio.

 


 

lunes, 6 de abril de 2009

Nube oscura y voraz...

Nube oscura y voraz,
dulce y eterno cauce de tu boca,
donde vertió la vida
ciega y sedosa luz, agua suave,
donde incubó la muerte
sueño espeso de vino codicioso.

Probé tu cuerpo, amor, y era
como pan en mi boca.
Y vuelve, vuelve ahora
hasta mí de nuevo inmensamente
y desborda mis labios,
¡ah, tierno y vivo sabor,
tu cuerpo pleno, 
hondo palacio oscuro de tu boca!


 


 

domingo, 22 de marzo de 2009

Breves

1


A espada y vino
me sabían tus besos,
densos y vivos.


Sobre las aguas
apacientan tus ojos
sombras y almas.

3


Busco en la tierra
los recuerdos, mojados
de amor y pena.


4


Son tus labios alados
palomas ciegas
que me anidan la boca
de pluma y niebla.


5


Ay, qué regalo:
me decías '¿de veras?'
con qué recato.


 

miércoles, 18 de marzo de 2009

Ave de sal y luz (soneto sin arrimo)

Ave de sal y luz, hielo profundo,
voz ausente y voraz, hebra de fuego,
nombre que por tu cuerpo fructifica
todo su centro calmo y escondido.

Ruina de breve azar ante mis ojos,
sombra de los deseos malheridos,
beso, destello espeso que zozobra,
vuelo, gélido ardor, labio de luna.


Dejo la oscuridad precipitada,
la bocanada nueva de la aurora,
la soledad del viento y su pobreza.

Busco tu piel, las alas de tu boca,
la espesura del tiempo indescifrable,
la cálida extensión de tu gemido.

sábado, 14 de marzo de 2009

Bosques de espuma

He rendido ante ti bosques de espuma,
palacios ávidos de fuego,
extravíos mortales,
regiones invadidas de silencio.


Para ti he recubierto de palabras
las cumbres embriagadas de los besos,
y he fundido su nieve en nuestras bocas.
Ahora pienso


tu nombre: es de noche y se derrama
la sombra de su trazo y su veneno,
hecho de tinta,
amargamente espeso y lento.


Ahora pienso tu nombre y es alcoba,
o prisión enjaezada en el deseo,
tal vez luz que despacio se derrite
en el recuerdo.



 

sábado, 7 de marzo de 2009

Cada poema

Cada poema: acercarme al secreto, al recuerdo y al espacio que llenas, aun en silencio. Tomar una fotografía de mi mente, de la manera como echabas tus brazos de repente a mi cuello y sonreías. Cada poema, un momento robado a la muerte y al olvido. Sube del verso un perfume de viento y de metal lejano, por el camino en tiniebla del pasado, y es un paso que me devuelve al rumbo y al destino, a toda esa compacta sensación de haber nacido solo para poder mirarte, para escuchar tu voz y besar, después, siempre, tus labios.


Para qué otra cosa, si no, para qué, después del latido enfebrecido, de la carrera para encontrarte arriba, arriba, junto a la boca de metro. Y cada persona al subir la escalera borraba con su gesto ingrato tu imagen deseada, la espera y la esperanza, cada momento vacío y denso, necesitado de muerte y del nacimiento del nuevo instante, que enseguida erige el deseo y la mirada, hacia el vacío, hacia el espacio, usurpado por rostros ajenos, desconocidos, rostros de arena frágil y borrosa. Hasta que tú surgías.


Y entonces, cómo evitar, cómo impedir que las palabras se agolpen y no puedan contenerse sino en la sonrisa, desembocar en un breve hola, qué escaso disimulo para toda esa marea que sube poderosa en apenas llenarse de tus ojos, apenas absorber aún a algunos metros toda la bocanada llena de tu sonrisa y tu saludo. Y apenas en ese entonces ya no hay sino el refugio oscuro de las bocas, el sigiloso canto tácito del beso, ese minuto en que toda la vida se convierte en agonía, en lucha de miel y de niebla, en combate dulce contra el tiempo que parece, que se queda por un momento derrotado.


Cada poema extrae del pozo agua ennegrecida y musgosa, agua muerta, y la vierte sobre recuerdos vivos, para mojar la luz y envolverla dentro del eco siempre equívoco de la palabra, territorio de todos y de nadie. Porque no hay modo de sentir ya sino en la resonancia, en el recinto oscuro y placentero de la memoria, suavemente lleno de la caricia de la voz dormida, del ritmo y del verso. Y sobrenadar la cruel espuma de la vida, su oleaje, meciéndose de retorno y de ocaso.


 

miércoles, 4 de marzo de 2009

Carpe diem

Sobre ti impondrá el tiempo manos negras,
silencio lacio y seco, ruina ausente,
sobre la latitud de tu sonrisa
una bruma de nada derramada.

Y es por la escala secreta de la muerte
por donde trepan pasos fríos
a la cima auroral de tu semblante.


Deja que aliente viva en las palabras
la mano de mi amor presente y cálido,
el eco de crepúsculos perdidos,
la voz que asciende
laboriosa al cenit de tu deseo.

Deja el sabor a espada altiva
de tu cuerpo prendido entre mis labios.
Pon en mi boca ahora
todo el hierro mortal, dulce y helado,
toda la luz voraz que ha de matarme.

miércoles, 25 de febrero de 2009

Palabras


Para tu cuerpo voz, barro de aliento,

verbo para tu carne prometida,

de otras bocas escapa y otros ojos,

de otros labios y estelas de escrituras,

hasta el puerto y la patria de tu cuerpo.

 


Tu boca, rumor, sí, de surco fresco,

dulce herida que sangra en la palabra

rebosante de niebla y de marea,

de dulzura y de beso cuando evoco

su sonido y su exilio de tu boca.

 

En tus ojos, amor, alza y extiende

todo el vuelo la luz, todo el deseo,

toda la negra aurora hecha de un sueño

apagado de muerte que se oculta

en el nombre dormido de tus ojos.

 

 

sábado, 21 de febrero de 2009

El beso y la luna



Viene desde una promesa,

seguro que ya olvidada,

pero capaz de despertarse

a media noche


 


La luna blanca
quiere espejo secreto
a flor de agua.




Pasos de plata
y temblor de azucenas
acariciadas.


La luna baja
porque una sed oscura
le abrasa el alma.


Sueño de ala,
deseo de tu cuerpo
de seda y hada.


La luna calla
y se bebe lasciva
tu boca amada.


Beso de nácar,
de silencio y de frío,
de flor ajada.



 

miércoles, 18 de febrero de 2009

No es solo que en el beso

No es solo que en el beso
tus labios y el deseo
me envuelvan lentamente
en un espacio denso y delicioso.
Hay algo más que abrazo,
cuando trepan tus manos por mi espalda
y despiertan
una tras otra
el hielo del placer
que brota de mi nuca
y arde en el aliento, desbordado
de palabras oscuras y porosas.
Por eso busco en el reverso,
en la umbría boscosa del idioma,
una luz repentina que demore
su imprevista blancura
en pétalos efímeros y huidizos.
Porque escribir, sin más, abrazo
no detiene en el aire
el vuelo de tu amor y tu mirada,
no contagia
la helada herida ardiente
que abren tus manos
en el sueño remoto de mi cuello.
Porque no basta escribir beso
para poner el viento
en los labios alados que aquí leen
y buscan el sabor con que tu boca
lentamente
siembra de densidad y de delicia
la soledad profunda de mi boca.












jueves, 12 de febrero de 2009

Tu nombre

Si pudiera escribir tu nombre,
nada más que tu nombre, limpiamente,
creo que cubriría estas palabras
de claridad gozosa
y de deseo.
Caería mansamente sobre ellas
--¿puedo decirlo de este modo?--
un manto hecho de luz, fino y preciso.
Y si quisieras tú después
leerlo a solas,
aquí depositado suavemente,
volvería a volar, estoy seguro,
despacio por tus labios,
como un pájaro perdido
entre la niebla que rebosa
del recuerdo embebido de tus besos.
Pero no tengo
nada más que escribir, pues no es posible
ahora que ponga
limpiamente tu nombre,
que extienda derramada
esa lluvia de luz que su recuerdo
deja repiqueteando en mis oídos.
Así que tendrás tú
que rescatarlo,
que traerlo del fondo del silencio
hasta la superficie roja de tus labios,
hasta la la piel erizada de estos versos.

Esperarte

Qué denso era esperarte,
qué suavidad intensa cuando hacía
por fin tu boca
su dulce trabajo oscuro por mi boca.
Y qué luz infinita
abrir los párpados de nuevo tras el beso,
beber mirándote
el cielo renacido de tus ojos,
el tiempo que se quema, lentamente.
Tu mano, luego,
en la mía y decirnos en voz baja
palabras de caminos misteriosos,
tensas, como recuerdos
puestos de pie
frente a la muerte.


martes, 10 de febrero de 2009

Vendrá por fin la luz

Vendrá por fin la luz,
tu cuerpo,
vendrá de nuevo
la sed de acariciarte,
todo el silencio tenso de labios entreabiertos,
todo el espacio vivo
para la eternidad exacta del instante,
la incandescente y dulce suavidad del placer.
Vendrá de nuevo, como un sueño
inmortalmente a la deriva
por nocturnos océanos callados.
Como una aurora, una espera,
impaciente y tangible,
de iluminada carne y de deseo.

sábado, 7 de febrero de 2009

Recuerdo de Schubert (versos de W. Müller)

Ach unten, da unten  
Die kühle Ruh! 
Ach Bächlein, liebes Bächlein, 
So singe nur zu. 

o convertido en agua aquí llorando,
podréis allá despacio consolarme.


No pregunto a las flores
ni a las estrellas,
nada pueden decirme
de cosa cierta.

Si jardines cuidara,
si en noches tersas,
ay, trepara hasta el cielo,
les requiriera.

Sólo a ti, mi arroyuelo,
quiero decirte
la pregunta que quema
mis labios tristes.

¿Has oído rumores
de viento libre,
o en tus aguas golosas
suspiros viven

de su boca sedienta
que me apacigüen,
que mi amor y mi vida
suaves cobijen?

¿Me ama entonces? ¿Lo sabes?
Hablas deprisa,
mezcla el aire susurros
hechos de risas.

Dos palabras tan solo:
una daría
a mi espera la muerte,
la otra la vida.

Pero no me respondes
la que quería...
Duermo ya dulcemente:
en ti tendría

con la muerte y el sueño
dulce caricia,
con la muerte y el sueño
calma bendita.

miércoles, 4 de febrero de 2009

Soneto sin arrimo

Qué luz das en la sombra de los días,
qué vuelo en el espacio codicioso,
qué agitación de alas embriagadas,
qué anhelo recogido de tu nido.

Qué labios en la sed de oscuros besos,
qué perfume de voz y de mirada,
qué presencia de ausencia, travesura
de perfil de silencio a flor de boca.

Y qué despacio busco entre palabras
encandilarte a ti, muchacha esquiva,
enredarte en recuerdo y en deseo.

Y besarte, a esta orilla del espejo,
a este lado del tiempo desnortado,
a esta luz de tus ojos que sonríen.

sábado, 31 de enero de 2009

Regresa, sensación

Regresa, sensación; entre mis dedos
deja otra vez los suyos, tensos y enlazados,
extiende en mis oídos expectantes
el cielo desbordado de gemidos.
Haz que vuelva el espacio, el oleaje
de amar su cuerpo, de ver que tiemblan vivos
los contornos, en tanto se deshace
por fin el tiempo en líquida armonía.
Viértete en las palabras embriagadas,
cólmame nuevamente de sus senos
y de sus labios, impacientes
por mi boca o mis párpados
y que de nuevo mis pupilas
beban como un espejo de su goce.
Regresa, sensación, haz que yo palpe
bajo las vestiduras
de estas voces calladas
todo el placer de entonces,
todo el placer, desnudo y fugitivo.

martes, 27 de enero de 2009

Tropecé con tu voz

Tropecé con tu voz. ¡Qué hielo esquivo, 
qué fría soledad, dulce y sedosa, 
fue tocar en silencio la espaciosa 
evocación del aire redivivo!

Y recordé tus ojos, ese altivo
cielo negro de luz que se rebosa,
cumbre voraz de estrellas ardorosa,
resplandor en alud inquisitivo.

Por la orilla del tiempo voy mendigo,
ya volando palabras en el viento,
ya escribiendo en arena tu figura.

Mas no halla en tu mirada fiel testigo,
no se elevan a lomos de tu aliento,
y me pierdo en la noche más oscura.


 

domingo, 25 de enero de 2009

Instrucciones de lectura

Toma mi soledad, abre su cuerpo,
lee en sus páginas el roce áspero
de envejecido aroma seco.
Te detendrás, especialmente,
en las palabras de mirada esquiva,
cuya amarga ironía
se dibuja en labios
apenas arqueados. Puedes fijarte
asimismo en las gotas
intensamente detenidas,
que no terminan de caer del todo
y hacer su ruido humilde contra el suelo.
Ese estallido vivo
habrás de completarlo tú, con el deseo,
encajándolo cuidadosamente
en el perfil ausente, inacabado,
en el eco algo tosco que sugieren
las rimas desgastadas,
los acentos prohibidos y los ritmos
de pasos más dudosos que precisos.
Es posible que extrañes
las miradas, los gestos,
la niebla
tan dulce de las bocas. Todo eso
puede que esté ya hundido
en la fragancia y el silencio, 
la evocación callada
de la lluvia, manchada por la luz
del beso y el deseo. Todo eso
no lo esperes, entonces, de estos versos.
Has de ponerlo tú
en tus labios... Que digan en voz alta
lo que apenas aquí queda en recuerdo.


miércoles, 21 de enero de 2009

Verte

Verte: es siempre amanecer, 
espacio,
sueño de luz y de silencios,
las miradas que cruzan 
sus promesas
rubricadas, después, 
en los labios.
Acude tu sonrisa 
de la hondura,
de la infancia de hierba y de rocío,
de edificios de arena 
imaginarios.
Y emerge ya gozosa 
por tu boca,
resbalando las olas de recuerdos
por la quietud suave 
de tu pelo. Qué imposible
no asomarse al espejo
cautivo de tus ojos.
Luego, se mece la palabra,
para nadar en ella 
lentamente,
en su paciente, oculta,
espera de los besos.
Verte: es habitar la aurora,
sus abrazos, rosados, modelar
con ojos alfareros
la creación precisa,
la ingravidez alada de tu cuerpo.






martes, 20 de enero de 2009

Una tarde

Llega desde una tarde, tal vez viernes,
tu forma de mirarme, algo asustada,
algo curiosa y, ahora lo sé, puedo decirlo,
llena de luz y de deseo.
Recuerdo mi torpeza, las palabras
vagamente anudadas al silencio,
el ruido de la silla al tropezarme,
mi suficiencia,
falsa, tenaz, adusta. Sin embargo,
bebía con mis ojos de los tuyos,
dulcemente sediento e insaciable,
desmintiendo
cada frase al mirarte, cada gesto
estudiado y fingido. Qué sabores
no ponían tus labios en el aire,
y qué nubes
no escalaba mi mente al desearte
tendida sobre mí, rendida
al intenso gemido, repetido.
Fue un jueves, sí, por la mañana,
cuando, por fin, después de amarte, 
-¿cómo olvidarlo?- me mirabas
libre, gozosa, llena, iluminada.

viernes, 16 de enero de 2009

Por tu cintura...

Por tu cintura
cuánto albedrío
te rebusca la fuente
de viento vivo.

Por tu mirada
qué sol tan alto
pone agujas de fuego
y amor tan largo.

Ay, qué lamento,
si los besos te quito
de los recuerdos.

Ay, qué regalo,
que me dejas el alma
mojada en canto.

domingo, 11 de enero de 2009

Cantos de Orfeo

I


"Imagina el deseo,
cómo abrazar la luz,
besar el viento,
trepar por los instantes
como la sombra, deslizarse
por la quietud suave de tu piel.

Ordenar los apuntes que tu boca
dibujaba en el cuaderno
abierto de mi boca.

Sepultar el cuidado,
la cordura,
secundar al estío en la presencia
calurosa del día imperativo.

Cubrir tu cuerpo
con los brazos del viento,
los labios de la luz, las vestiduras
que amortajan el sueño y te recobran
mujer para el amor en carne viva."

Eurídice soñaba, sin embargo,
por la estela de seda del veneno,
un rumbo de crisálidas y olvido.
Por dentro de sus ojos
cerrados y desnudos
apenas era sombra el beso. Y qué hermosas,
oscuramente hermosas,
las riberas de Aqueronte,
florecidas de lotos.


II

Acaso el rastro solo,
la carencia
que transmite el vacío de una huella,
la mitad siempre oculta de la vida,
era cuanto buscabas en el Hades.
Conquistar, no su cuerpo,
esclavo lacio del olvido,
sino los límites esquivos
que la ausencia,
borrada de recuerdos y de alma,
prometía a tus sedientos ojos
no de amor, ni de vida,
sino del rostro de la muerte.
Un temblor de pavor y de deseo
enredaba tus dedos en las cuerdas,
ahogaba tu voz
cuando miraste.
Y ese instante
te heló la garganta
y la memoria misma. Las palabras
que brotaron entonces te cegaron
con el don extenuante
de la agonía, versos turbios y densos
como un oscuro océano de sangre.
Sentías en los labios
la miel reseca de su boca,
embriagado de amor
y de la sombra,
ahora que ya no eras otra cosa
que la imagen lasciva de su huella.

Traigo de otro espacio mío estos poemas, de hace ya algún tiempo, quizá porque en este momento me parecen especialmente en armonía con ciertos sentimientos, aun en una leyenda ajena entretejidos.

sábado, 10 de enero de 2009

Altar

Sobre tus ojos,
qué calor puedo construir, qué altar, 
incendio
erizado de voces y de oros,
de columnas en espiral delirio ausente.
Bajo tus ojos,
vive la flor oscura, sed de fuego,
delicia curva, humilde, fresca.
Dentro de mí,
la sombra y espesura de quererte,
el espacio y cristal de las palabras,
de su sonido claro,
su reflejo
infinito.
Sabes que me despiertas en las venas
caballos de aurorales desmesuras,
azahares y menta, 
que en mi boca
pones, como la luna, una marea,
memoria de tus labios,
que crece a bocanadas y devuelve
náufragos los besos,
las miradas,
como espejos que estallan
en luz de adoración multiplicada.

miércoles, 7 de enero de 2009

Herirá nuestros ojos

La luz con que la muerte
herirá nuestros ojos --antes los míos,
no sabré de tu fin como no supe
de tu nacimiento, cuando el velo
de no ser se rasgó en tu primer llanto--
quebrará la distancia, 
colmará el tiempo
y unirá, en un resplandor de nieve,
todo relámpago de abrazo,
toda la suavidad y el sigilo de los besos,
la brevedad precisa de decirte
te quiero y de esperar que surja
el eco pleno de tus labios.
Herirá nuestros ojos 
tanta luz, entonces,
que surgirá del agua
inmóvil del último recuerdo
toda la eternidad posible, fugitiva,
el momento preciso, la figura
de los cuerpos amantes
como dioses mortales. Se hundirán despacio
en las negruzcas simas del olvido,
cuando el aliento
nos abandone por fin. Solo un destello,
una imagen, un espejismo claro
redimirá un instante
esta penumbra de recuerdo,
esta deshabitada llama de tu ausencia.

viernes, 2 de enero de 2009

Palabras entregadas

Sigues aquí, de este lado del tiempo. Tantas veces tu nombre brilla en mi boca, hunde su huella sobre la nieve del sueño, hace emerger la caricia de despertar imaginándote, entreviéndote, el abrazo desvanecido del deseo, tantas veces, sí, que no acierto a saber de mí más allá de tu cuerpo, fuera de tu presencia, de la habitable sombra que proyectas, del agua fresca con que mojas la sed del alma. Escribo a tientas, busco el sonido apagado de los vocablos, su huidiza superficie, palpo en los labios todo el sabor ausente que regalan, toda la imagen ciega que dibujan. Y cuanto trazo, cuanto pienso y deseo se oculta bajo el contorno vivo con que nombran, bajo la piel suave en que protegen el volumen preciso de tu boca, la curva abundancia de tus senos, el cálido refugio de tu sexo, la inabarcable extensión de tus gemidos, densos de placer y de cumbre. Estás hecha de luz, de mirada infinita, labrada en la materia del resplandor y del destello. Vives en mi interior, como estrella cautiva, como cristal oculto, como promesa esquiva. Y te hallo, y anhelo encarcelarte, busco por tu reflejo la bóveda del firmamento, cumplir con este amor, que en la urna breve de tu nombre pone todos los siempres y los nuncas, toda la plenitud de estas palabras que te entrego, como una ofrenda, como un silencio, como una oración tenue y desnuda.

jueves, 1 de enero de 2009

Epigrama

Un sabor lentamente bosquejado 
por la extensión oscura de mi boca 
deja copos de luz dulce y precisa, 
memoria de tu labio ausente y vivo.