lunes, 12 de octubre de 2009

Luz húmeda y oscura

Toda la suavidad llena tus ojos,
luz húmeda y oscura,
temblor pequeño
asomado
como un niño de pronto a mis pupilas.

Amor mío, lo sabes,
se enredan en mi boca
palabras de sonidos trepadores,
y parece que sean
barro a veces,
y vasos para el agua del deseo.

Fresca hondura de viento y cauce dulce,
sal mentida de amor,
mar extendido,
hoy qué lejos la muerte y su costumbre,
qué insolencia de azahares al besarte,
de menta y de recuerdo.


El aire que se sube hasta tu boca
sacia su soledad,
puebla tu cuerpo;
luego se adentra en mí,
y regresa
hecho palabra 
a tus labios,
y se moja en tus ojos,
alfareros de luz, temblor, silencio.

4 comentarios:

  1. Un día de estos se lo recito a una dama en el lecho, y luego paso por aquí a contarte sus efectos...
    Un abrazo.

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  2. Mira que eres tramposo, Octavio. Espero y deseo que no le reveles que no es tuyo. Si le dijeras que es mío, mucho me temo que no tuvieras demasiados efectos que contarme. Y bueno, uno escribe para el amor, no para el ego, que con la edad se va haciendo, afortunadamente, cada vez más pequeñito. Al menos, ese tontorrón que es el ego literario. Otros egos... bueno, me callo ya. Suerte.

    Un placer ser útil para Eros. Va por vos.

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  3. nada como la pasión... y lo que genera a cada instante en nuestra piel.

    Un saludo.

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  4. Gracias Selena. Nada como la pasión, es cierto. La pasión del amor, pero también de amar la vida.

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