martes, 27 de octubre de 2009

Hipatia

Tus manos
se apresuraban a cubrir
tu desnudez en vano.
Adivinabas, temblorosa, 
el frío,
el filo del cuchillo,
el odio,
desollando tu piel inmaculada.
Un ángel te entregó la muerte,
la dulce asfixia que evitaba
tanto dolor inútil presentido.
Venía mirando desde el cielo
tu camino de estrellas deseadas.
Extraña gloria este morir dos veces,
cruelmente en vida,
amorosamente asfixiada en la pantalla.
Extraña suerte este vivir dos veces,
en un rincón de Alejandría,
sucia y ya
demoníacamente cristiana;
y luego
en tantas salas lóbregas y abstractas,
de todo el orbe extenso ahora.
Tus manos
han trazado esta elipse prodigiosa,
este salto del tiempo, esta locura,
mujer
por fin ya sabia y libre
ante todos los hombres.

1 comentario:

  1. Veneración a la más grande, muy buen poema al recuerdo de esta mujer, gran filósofa y matemática. Me gustó muchísimo esa visión suya.
    Un besote, Ben.
    Anabel.

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