domingo, 25 de enero de 2009

Instrucciones de lectura

Toma mi soledad, abre su cuerpo,
lee en sus páginas el roce áspero
de envejecido aroma seco.
Te detendrás, especialmente,
en las palabras de mirada esquiva,
cuya amarga ironía
se dibuja en labios
apenas arqueados. Puedes fijarte
asimismo en las gotas
intensamente detenidas,
que no terminan de caer del todo
y hacer su ruido humilde contra el suelo.
Ese estallido vivo
habrás de completarlo tú, con el deseo,
encajándolo cuidadosamente
en el perfil ausente, inacabado,
en el eco algo tosco que sugieren
las rimas desgastadas,
los acentos prohibidos y los ritmos
de pasos más dudosos que precisos.
Es posible que extrañes
las miradas, los gestos,
la niebla
tan dulce de las bocas. Todo eso
puede que esté ya hundido
en la fragancia y el silencio, 
la evocación callada
de la lluvia, manchada por la luz
del beso y el deseo. Todo eso
no lo esperes, entonces, de estos versos.
Has de ponerlo tú
en tus labios... Que digan en voz alta
lo que apenas aquí queda en recuerdo.


3 comentarios:

  1. Qué hermoso texto, amigo! Un placer leerte. Un placer imaginar la página donde la escribes, la mente que la piensa, la mano que la dirige. Saludos.

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  2. Gracias. Es hermoso volver a escucharte, y en términos tan elogiosos, especialmente. Leo tu comentario y de inmediato pulo de nuevo un par de versos. A ver si así son más merecedores de trepar de nuevo hasta tu voz callada.

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  3. Aquí me hallo, querido amigo, dando vueltas, enrdado en tu blog. Mi primer comentario, para este lúcido poema, redondo de principio a fin. Seguimos leyendo.

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