espacio,
sueño de luz y de silencios,
las miradas que cruzan
sus promesas
rubricadas, después,
en los labios.
Acude tu sonrisa
de la hondura,
de la infancia de hierba y de rocío,
de edificios de arena
imaginarios.
Y emerge ya gozosa
por tu boca,
resbalando las olas de recuerdos
por la quietud suave
de tu pelo. Qué imposible
no asomarse al espejo
cautivo de tus ojos.
Luego, se mece la palabra,
para nadar en ella
lentamente,
en su paciente, oculta,
espera de los besos.
Verte: es habitar la aurora,
sus abrazos, rosados, modelar
con ojos alfareros
la creación precisa,
la ingravidez alada de tu cuerpo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario