Nube oscura y voraz,
dulce y eterno cauce de tu boca,
donde vertió la vida
ciega y sedosa luz, agua suave,
donde incubó la muerte
sueño espeso de vino codicioso.
Probé tu cuerpo, amor, y era
como pan en mi boca.
Y vuelve, vuelve ahora
hasta mí de nuevo inmensamente
y desborda mis labios,
¡ah, tierno y vivo sabor,
tu cuerpo pleno,
hondo palacio oscuro de tu boca!
Tu cuerpo como pan en mi boca. Excelente, Benjamín, excelente. Un abrazo.
ResponderEliminarLo he cambiado, Octavio. Y no acabo de llegar a donde quiero, el lugar escondido entre las palabras y los versos, ese oscuro lugar esquivo y necesario. Gracias, siempre.
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