El mar ofrece ahora agua y sombra,
soledad ancha y húmeda: no basta
con la oscura fatiga del crepúsculo.
Remuevo fríamente
la arena con los dedos;
trazo surcos estériles,
como si pretendiera
buscar dentro de mí tu voz perdida.
(Como si deseara, todavía,
tus besos en la boca, o en los párpados,
o tus manos, cruzadas en la nuca,
mientras escribes en el aire con tus labios
las palabras
te quiero siempre, vida mía)
Muy nostálgico tu poema, ese intento de evocar su voz perdida desde dentro de tí..
ResponderEliminarRealmente bonito dentro de esa tristeza que supone toda perdida.
Un besote, Ben.
Anabel.