jueves, 12 de febrero de 2009

Esperarte

Qué denso era esperarte,
qué suavidad intensa cuando hacía
por fin tu boca
su dulce trabajo oscuro por mi boca.
Y qué luz infinita
abrir los párpados de nuevo tras el beso,
beber mirándote
el cielo renacido de tus ojos,
el tiempo que se quema, lentamente.
Tu mano, luego,
en la mía y decirnos en voz baja
palabras de caminos misteriosos,
tensas, como recuerdos
puestos de pie
frente a la muerte.


1 comentario:

  1. Benjamín, hoy (dentro de un par de horitas, que ahora estoy liado) publicaré una entrada que estoy rematando en la que también los besos desempeñan un papel principal.
    Me ha gustado este poema. Eros y thanatos, gran pareja.

    ResponderEliminar