domingo, 16 de agosto de 2009

Busco el olor

Busco el olor,
sí, el olor obediente y suave
de tus senos impacientes,
y el roce
humilde y vivo de tu labio, 
la reverencia
hospitalaria de tus párpados,
la delicada
orfandad luego de la luz,
cuando mi boca
los sella, oscura y tibiamente.
Siento enseguida
tus manos, navegantes
sobre mi cuerpo en oleaje,
y el espacio
desnudo de palabra,
y la muerte
dormida, como un ala
que, de pronto,
agita su destreza,
la espada dulce que en tu boca
al fin se moja de gemidos
cuando llenas
de tiempo húmedo el deseo
mordido como un fruto.

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