domingo, 10 de mayo de 2009

Mendelsshon, opus 102, número 4

Encontré, tras la cortina oscura
que tendía la música,
todo el silencio, antiguo y cierto,
frágil y cautivo,
todo el silencio que anhelaba
como un pájaro herido,
posarse entre mis manos.

Detrás de la música, 
al otro lado del deseo
lento, y casi ya vencido,
al otro lado tú, mi amor,
tus mismos labios,
solo moviéndose,
para decirme (sin palabras),
tras la cortina de agua oscura,
en el silencio que profanan
sutilmente
las manos cuidadosas,
tú musitando tibiamente
te quiero, 
detrás de los sonidos, 
que dulcemente
mueren. 

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