jueves, 4 de junio de 2009

Vientre negro del tiempo

Hundiste en el vientre
eterno y negro del tiempo
tu voz, que destellaba
como un cuchillo dulce;
erigiste desnuda
como espuma habitable ante mis ojos
tu cuerpo edificado.
Y el deseo encendido
temblaba por mi boca,
fantasma ebrio y oscuro.
A la cumbre exaltada de besarte,
al escarpado sueño de los dedos,
a la ferocidad cautiva de los sexos
me convoca esta noche
la ciega luz,
la reseca marea del recuerdo.

5 comentarios:

  1. Muy muy bonita, si señor.., aunque algo nostalgica me parece.
    Un beso, Ben.
    Anabel.

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  2. Magnífico el oxímoron del último verso. El ritmo del segundo (con perdón por la osadía) no acaba de convencerme. La fuerza, la de siempre, la necesaria.

    Un abrazo.

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  3. Esta mañana lo pensaba, Octavio. El ritmo del segundo verso no funcionaba y no hallaba forma de sanarlo. Pues venía de él la imagen central, el núcleo del poema. Ahora tal vez esté mejor. Ya no lo tocaré. Y gracias, como siempre. Por tu tenacidad en leerme, con tanto cuido.

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  4. Muy bello poema. Cuando yo hablo del amor, siempre hablo en presente. Me resulta difícil evocar el amor, no logro encontrar imágenes tan deslumbrantes como las tuyas si sólo recuerdo. Pero aquí el recuerdo es físico y fuerte como el presente.

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  5. Gracias, Jesús. Siempre tan amable y elogioso. Acabo de recibir tu comentario y me apresuro a contestar. Creo que hace bastante que no veo versos en tu espacio. Espero que vuelvan enseguida, evocadores o nacidos de la herida del momento.

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