martes, 16 de octubre de 2007
Luz apagada
Eras la luz.
La incandescente forma del instante,
la fuga de palabras espoleadas,
el aire que desboca las miradas.
Eras la luz.
Y ya no eres.
El tiempo ha despoblado las caricias,
ha guardado los besos ya vacíos
en sus sótanos negros exiliados.
Y ya no eres
otra cosa que labios enviudados,
que mis manos insomnes, temblorosas,
que sabores de sombra enloquecida.
Eras la luz,
la inconfundible
amapola de cielos retenidos.
Eres la noche.
La oscuridad, la sólida costumbre
de la ausencia que yace deshojada.
La noche que me embriaga con quimeras
de amanecer remoto, como un viaje
hacia el tiempo imposible de los sueños.
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