Tu perfil enredado en el ramaje
feraz, salvajemente, hasta perderse
las caricias de líneas y de gestos.
La distancia de boca oscura y fría.
El tiempo que excava entre los gritos
la memoria de claustros derrumbados.
Y no acierto a encontrar tan solo un resto,
un espacio de anchuras imborrables,
la ocasión para el vuelo y su querencia.
No acierto. Es solo tiempo.
Tiempo cuanto me queda y me desangra.
Tiempo, sin más, como una mueca
que malogra sonrisas o deseos.
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