Qué huérfana mi voz, por qué silencio
transita su metálica amargura,
con qué callada luz de sueño largo,
con qué pasos de seda umbría y leve.
Por el reverso dulce de tu boca,
por el cristal sin fondo de tus ojos,
por tu cuerpo de sed, de agua lasciva,
voy posando palabras de memoria.
Y bebo de tu risa, estrella herida,
como un rastro de luces dibujadas
en un lienzo de antiguas penitencias.
Y vuelve a descargar su filo negro
el cuchillo mojado del recuerdo
sobre mi sien, balcón de flor ausente.
Huerfanos nos tienes.... regalanos algo más a menudo, anda.
ResponderEliminarAunque he de decirte que el fondo del blog me gusta mucho más que el anterior. El negro me deprime mucho.