Nubes. Luna y distancia,
y el reflejo insinuante
de inexpugnables filos erigidos
como torres eternas.
Ríes. Espolvoreas las luces embridadas
de caballos y ecos sobre el suelo,
de los brotes que tiernamente irrumpen
en espacios sembrados por los besos.
Labra el aire las sombras, los oscuros
conductos de la noche donde ahondan
ambiciones, palabras, dulcessurcos.
Y al conjuro
de los ojos que tiemblan de deseo,
de los versos que bebes como lluvia,
como perlas de lúcida esperanza,
surge la incandescente
sensación de las pieles que rebosan,
de las bocas que ansiando se intercambian
el sabor de los sueños y los labios.
Y mis dedos se enlazan en tus manos,
y se anclan en fondos insondables
de gemidos lascivos y profundos.
Tensa el gozo tu cuerpo, el oleaje
de azahares de fuego y de miradas
que suspiran dulzores estallados.
Y mi cuerpo se quiebra y se dilata,
vacío, ardor, espesa dicha
que electrizan temblores derramados.
Paladeamos
las caricias de luces que reposan,
la plácida extensión de la sonrisa
que al placer de los cuerpos sobrevive.
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