Es estrago, es furor cuanto se extiende
por la llanura informe en que las sombras
de los buitres recorren
mansedumbres inertes y calmosas.
Desova, mientras tanto,
su esperable borrasca de promesas,
abortadas y negras como pozos,
la abeja de memorias y amarguras.
Y es lógica la sugerencia de los ojos
de mordedura cruel y sombra hueca.
La paciente amenaza que gotea
mil sentencias de plomo acostumbrado.
No puede demorarse ya el olvido.
El tiránico embargo que despuebla
los oasis de ocaso silencioso.
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