Hay, princesa, en las nubes
un perfil diluido de los besos besados
en las bocas que beben el amor y el aliento
perfumados de luces sigilosas y vivas.
Van manchando los cielos
con la blanca esperanza de las formas del sueño,
y la limpia y sinuosa sensación de los cuerpos
que en un lecho celeste se confunden lascivos.
Tienes siempre en los ojos
una angélica estancia donde duermen destellos
que te prendo al mirarte si demoro mis labios
en tus labios abiertos como copa de nimbos.
Y es la aurora y la lluvia
las que arrullan con dedos de rosados rocíos
el silencio exaltado que respiro al besarte,
bella calma que estalla en bocados de alma.