Voy a dejar tu amor, como una herida,
escrito en la república del viento,
en las lagunas negras de la muerte,
en la tierra fecunda de tu ausencia.
Voy a sembrar tus labios en cien labios,
tus ojos en mil ojos, porque beban
tu luz y tantos besos, desbordados
en la voz labradora de quererte.
Qué azulada la sed de tanto amarte
me llega por las venas lentamente
a la morada triste del latido.
Y qué roja, del pálpito a la boca,
se desboca en el surco y la palabra,
en la fatiga dulce de decirte.