miércoles, 12 de marzo de 2008

Vencido


Pude saber de ti como del alba:
invadían mis ojos los soldados
de tus miradas guerrilleras,
desembarcadas en rocíos
de luminosas incursiones.

Qué batalla de dulces y rojizos
amaneceres de los estandartes
de tus labios, que borran mis fronteras.

Y los vientos de besos arraciman
los deseos en bocas belicosas,
como heridas, abiertas, inundadas
de oleajes y húmedos combates.

Y tus manos despliegan ambiciosas
su ofensiva de dulce recorrido,
pues no hay tregua que frene el movimiento
de la liza que arde entre los cuerpos
con la plena explosión del mediodía.

Libro a muerte la guerra de mi vida
felizmente en tus brazos prisionero,
anochecido, exhausto, derrotado.


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