He rendido ante ti bosques de espuma,
palacios ávidos de fuego,
extravíos mortales,
regiones invadidas de silencio.
Para ti he recubierto de palabras
las cumbres embriagadas de los besos,
y he fundido su nieve en nuestras bocas.
Ahora pienso
tu nombre: es de noche y se derrama
la sombra de su trazo y su veneno,
hecho de tinta,
amargamente espeso y lento.
Ahora pienso tu nombre y es alcoba,
o prisión enjaezada en el deseo,
tal vez luz que despacio se derrite
en el recuerdo.
Tremendamente sensuales las imágenes que nos brindas hoy, Benjamín; esa recreación de la cárcel pasional, esa doble imagen del amor.
ResponderEliminarComo siempre, bravo.
Gracias. Siempre tan fiel y tan amable, Octavio. Has impedido que lo volviera a retocar. Antes tenía una métrica más regular y había amputado ya algunos versos. Últimamente me siento más incómodo en las métricas excesivamente regulares. Etapas, tal vez. O quizá ya no hay vuelta atrás.
ResponderEliminarRecuerdos, extravíos, besos... Siempre consigues tocarme la fibra. Me encanta. Gracias de nuevo.
ResponderEliminar:)
un chapó
ResponderEliminarGracias, Sherezadee, Gramia. Cuesta escribir estas cosas, y cuesta casi más no borrarlas después. Quizá son vuestras palabras las que me impiden devolverlas a su pequeña nada.
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