martes, 5 de enero de 2010

Comunión

Me devuelves el pan a boca llena
con el hambre ancha y tierna de deseo.
Precipitas el alma en la crecida
ansiedad de tu vino puro y vivo.

Te requiero en los labios, en las manos,
en plegarias de besos y caricias,
en memorias de amor, anticipadas
a la Forma desnuda de tus senos.

Qué derrumbe de miedos y techumbres,
monasterios de salmos y liturgias
derruidos en rezos arruinados.

Qué maitines tus ojos encendidos,
qué lectura tu voz, qué eucaristía,
ah,  tu cuerpo de harina enamorada.

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