sábado, 14 de junio de 2008

Inacabable beso

Dejo que las palabras salgan, que se alejen de mí y se acomoden en la frase, encuentren un rincón, un lugar despejado y tibio, desde el que hagan volver su sonido, su camino, lentamente. Como antes me devolvías, sonriéndome, toda el alma que se me escapaba, de los ojos y los labios, al decirte te quiero. Me preguntabas "¿de veras?", esas dos palabras, llenas de mimo y bisbiseo. Me preguntabas, recuerdas, y era la puerta desde la que saltar a la plaza soleada de la sonrisa, al reino extenso y dulce del beso, a su bosque escondido y lleno de rumor y de sombras sabrosas.

Ahora, sin embargo, decirlas en las letras es tan lento, es como tallar a navaja una figura, definir los bordes, los perfiles, las líneas exteriores que van desnudando el volumen preciso, dormido dentro de la madera seca y misteriosa. Es difícil apresar la nube del recuerdo, su masa borrosa y blanquecina, hacer que se pose en los vocablos mudos y precisos. Atrapar el baile quieto que se mueve por dentro cuando te ama, tanto y tantas veces dicho, la persona que amas, su amante voz, sus amantes labios y sus ojos, como heridas de luz que sangran claridad, espacio, dicha. Y sin embargo, es necesario, ah y cómo, volver a recorrer las frases, los silencios, regresar los pasos por los acentos, las interrogaciones, las interrupciones, tocar con los dedos ambiciosos el hueco ausente que la memoria llena de materia viva y fértil, de semilla hacia dentro, de la que brotan, como raíces, flores negras, hermosas, suaves, hacia el reino oscuro de lo hondo y sigiloso.

Un día deshiciste una carta, te desprendiste de ella, medio borradas las palabras por el sudor de tu mano, que las apretaba fuertemente, porque no teníamos derecho, pensabas, a la materia, a lo escrito que permanece, recuerda y fija. Solo a las palabras de alas y de huida, solo a su clandestino vuelo ardiente, entre los labios, antesala y descanso de los besos. Deshiciste esa carta y esto que ahora escribo ya no lo leerás ni tan siquiera, ya no habrá entre nosotros ni aun el rito de la destrucción prudente. Quedará como un esbozo de la extraña y perdida arquitectura de nuestro amor extraviado, su laberinto envuelto en la bruma y el silencio. Otros ojos tal vez, mas no los tuyos, otros ojos quizá salten de letra en letra, de palabra en palabra, y tejan esa danza suave que es el amor de ti, que dentro me va moviendo pasos, gestos, voces, silencios. Que ha salido para vestirse de sonidos callados y mostrar, quizá con ese pequeño mohín, ese gesto tan tuyo al responderte "claro que te quiero", para mostrar, decía, su inacabable beso, su hermosa vida, más allá de los reflejos y las huellas, de la palabra escrita, destruida, no leída. Su inacabable, inacabable beso.

2 comentarios:

  1. Decirlas.... es cómo dibujo, e intento dibujar mi amor, en cada pincelada, en cada trazo, que no es reconocido, no es valorado, no es visto.
    No importa, solo importa como son trazadas, en que pienso mientras lo hago, aunque nadie lo vea, aunque a nadie le guste, aunque a nadie sorprenda, solo pienso cómo las pinto, con mi amor olvidado, con mi amor acabado, con mi amor destrozado.
    Mis ojos saltan de tú letra, en tú letra, para admirarte y decirte, que bonito es lo que sientes.

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  2. Me has embriagado con este escrito.
    Hermoso!!

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