jueves, 12 de junio de 2008

Tuve que regresar desde la hondura

Tuve que regresar desde la hondura
de la humedad rebelde de tu boca,
remontar sin aliento
hasta tu oído
susurrarte engaños,
eternidades, fuegos, tantos nuncas,
el veneno del alma,
la materia huidiza de los sueños.
Tú guiabas la balsa de mis manos
por el oleaje secreto de tu cuerpo,
ascendían
peregrinas
a la memoria eréctil de tus pechos,
zozobraban
dudosas
por el olvido frágil de tu vientre,
fondeaban
golosas
en el recuerdo fértil de tu sexo.
Y de nuevo
la asfixia de besar
hasta el final más hondo y desnacido,
hasta la viva muerte, la bahía
de un infierno de calmas inundadas,
vientos de sombras dulces,
densas y jugosas,
el placer tembloroso, la caída
en la luz celestial de poseernos.

1 comentario:

  1. Desde luego que algunos recuerdos son la luz celestial en mis ojos.
    No hay nada más bello, inocente y dulce que recuerdos de sombras, jugosas, densas y a la vez efímeras.
    Bravo B.

    ResponderEliminar