domingo, 4 de marzo de 2007

HELLAS


Miras el mar, azul como los ojos de Afrodita.

El Egeo es, no lo dudas, espejo de los dioses.

Y Grecia se mece en él como una ausencia viva,

un recuerdo que irradia señuelos naufragados.


Y son ya esfinges, toros, y ya torsos desnudos,
y rostros olvidados los que se te alzan al paso,
los que yerguen su presencia fingida y compacta.
Mas tus pupilas se empapan de olas cadenciosas.


Deslumbran los cadáveres de pulpos extendidos.
Incendia Helios el cielo por dormir en su copa.
Y el olor de salitre araña los pulmones.
Sin embargo, es el mar quien bosteza en tus párpados.


El mar que no contemplas, que no tiene figura,
que no supo impregnarse en las ruinas y estatuas.
El mar vive en tus ojos de Ariadna infinita.
El mar vuelve a tus sueños de aguas desterradas.


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