jueves, 8 de marzo de 2007

Nausicaa

Hilandera del aire,
dulce hada durmiente,
una urdimbre en mi alma,
princesita, me tejes,
tus pestañas agujas,
cortan mi hilo tus dientes...
Mi Nausícaa insomne,
a tus playas me tienes
por coserte el ajuar
con mis ojos, por verte,
por llevarte al palacio
donde reina despiertes.
Y me tejas entonces
no mortajas ni redes:
ropa blanca de holanda
donde siempre te sueñe
donde borde en caricias
la labor de tu vientre,
que me enreda bailando
como rueca o serpiente.
Y que duerma en tus brazos,
y que nunca despierte,
acunado en las olas
de tus ojos silentes.
De tus ojos que zurcen
mis retales y tienen
en su luz, desplegadas,
velas albas de nieve.

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