jueves, 21 de junio de 2007

En verdad te digo

Ángel de voz y sombra y sequedad,
Luz que me niegas por tres veces
para reír después sin desconsuelo.

Espada que refulges y que expulsas,
y sepultas caricias y hasta extingues
los dulces fuegos húmedos del beso.

Nunca podré olvidar que antes batías
las alas de tus brazos por fundirte
en el incendio loco de los cuerpos.

Por detrás de las sombras y las letras,
por detrás de las voces, ¿lo recuerdas?,
viven los esponsales deliciosos,
la nocturna promesa, los amores
de eternidad, ardiente, abrasadora.


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