Quise besarte en el aire
con llama de viento largo,
pero tus labios huían,
sombras de rumor callado.
Volaban como palomas
de negras alas y el rastro
de su perfume extendía
señuelos de seda y llanto.
Cómo posabas entonces
sobre el cielo derramado
por mi voz tus ojos vivos
levemente aleteando.
Y sin embargo, el silencio
de tus labios sin embargo,
va tiñendo de amapolas
negras mi dolor ajado.
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