domingo, 31 de agosto de 2008

Amor

Sobre tu carne vierto mi deseo
que rebosa en la boca. Con mis manos
cubro el calor exacto de los pechos,
su rotundo brotar de luna y sombra
hasta erizarse
consistentes y duros. Y qué abundancia
de sopor derramado y de vigilias
incendiadas por dentro de mi aliento
se me emboscan y acechan, cuánto bebo
de tu cuerpo letal y cimbreado,
venenoso y glacial, dulce y remoto,
cuánto llenas
como espuma de sangre venturosa
la extensión misma, tanta muerte,
la perfección aguda del momento.
Ah, qué despaciosamente vuelves
a desposar los labios tenuemente,
a malherir de amor mi sexo vivo,
su resplandor henchido, la premura
de adentrarse en tu cuerpo de tiniebla,
viento, dolor, gemido,
negro deleite, azar, derrumbamiento,
baile en ruinas, despojos de recuerdos,
dibujos de extasiadas mansedumbres.
Cómo de entre mis manos te resbalas
hacia la cumbre, alcoba de tu alma
habitada de vuelo y plenitudes.
Y devoro el fulgor, la espesa noche,
la marea de estrellas derramadas
por los cauces oscuros y brumosos.

3 comentarios:

  1. "Y devoro el fulgor, la espesa noche,
    la marea de estrellas derramadas
    por los cauces oscuros y brumosos"

    dolor, gemido, deleite....

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  2. ¿Qué tal Benjamín?

    Estoy aquí curioseando tus poemas, pero perdóname que no me atreva a darte una opinión ni para bien ni para mal, ya que no paso de ser una creativa del lenguaje. No soy crítica ni estudiosa de la poesía, así que por discreción prefiero no aventurarme. Nunca lo hago. Lo que sí he hecho es dar la opinión de amiga a personas que conozco, o publicar en mi blog a otras que no conozco, pero ese límite prefiero no cruzarlo.

    Te seguiré leyendo. Un saludo grande,

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