domingo, 28 de enero de 2007

A la manera de Miguel Hernández (1984)

Parecías un ángel
de vuelo negro,
con los ojos cerrados,
lejano el viento.

Y ahora la luna,
con su nana de plata,
lenta te acuna.

En tu cara de rosa
tus dos claveles
al reír me enseñaban
perlas lucientes.


Se están besando.
Avaros me recatan
blancor preciado.

La brisa entre tu pelo
daba sollozos,
de impaciencia
al principio,
luego, de gozo:

Guardián injusto,
el cristal la detiene
con gesto adusto.

A tus plantas las olas,
rumor salobre,
deshacían su orgullo
altivo y noble.

Lloran de pena
recordando entre lágrimas
su aún larga espera.

Se prolonga el instante
oscuro y frío.
Bajo el mar se lamenta
el sol sombrío.

Como yo, aguarda
que el sueño te abandone,
mas éste te ama.

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