No existen las manos de dioses que modelen
princesas de hondos lagos ungidas por las aguas
de recuerdos oscuros, reflejos temblorosos.
No es cierto que nazcan los sueños de los mares
sobre conchas nutricias para hollar los vergeles
que florecen al paso de ninfas divinales.
No hay pureza, inocencia, virginales acentos
que destilen poemas nacidos de las Musas
para honrar los amores que mueren misteriosos.
Nada existe, ¿comprendes?, nada que no podamos
entender, razonar, someter a las leyes
que gobiernan el mundo con su prosa reseca.
Mas tus ojos visitan mis vigilias y sueños,
como lagos, vergeles... tan puros, virginales...
Y la sed de escribirte no se sacia ya nunca,
de abrazarte y colmar los anhelos carnales.
Y creo en la sorpresa, el milagro de amarte.
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