viernes, 24 de agosto de 2007

Marzo

Fue insobornable luz, súbita alcoba
de cuerpos por amor conquistadores;
fue consagrar sin fin, hasta el silencio,
la copa coronada de gemidos.

Y no hubo soledad: vibró el abrazo,
brotó el almíbar de las bocas vivas;
de la marchita flor del desaliento
nació la ingravidez de la locura.

Por el desfile voy de las auroras
que destilan sus rosas, codiciosas
de acariciar las horas con sigilo.

Bebo el azar de insólita tersura,
el recuerdo solar de tus dos senos,
la ingobernable espuma de los besos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario