lunes, 27 de agosto de 2007

Oleaje de amor

Es oleaje, oleaje que embriaga de pleamar salobre y abundosa, de inundado vaivén en que las amargas y tibias soledades de la memoria ven arrancado el fragor ostentoso de sus acantilados altivos. Y sin embargo, apenas rizada espuma otras veces,sigilosa, que las arenas delicadamente acaricia cuando el recuerdo no se engríe en su muralla de rocas soberbias como torres. Pero siempre el sonido, el rumor o el estruendo de las aguas que infinitamentese deslizan o embisten, y se hacen luego atrás, con menuda reverencia o espumosa la boca de deseo y de furia. Pero siempre el amor, el asfixiante amor que arrulla o anega, que seduce o violenta con la inacabable insistencia de sus manos de agua ambiciosa y sonora, que empapa de delicia y melodía avariciosa.
Incesantemente. Ingobernablemente. Apetece naufragios, derribados mástiles, trofeos de jactancia dispendiosa. Devora en sus honduras y abismos el frágil despertar de los sentidos, su querencia de beber los tiernos brotes de la brisa, el ululante susurro con que el viento, suavemente, despereza corolas y perfumes. No tolera los ojos prendados de alboradas. No permite los dedos abocados a la caricia de otra piel, otro cuerpo deseoso. La tiranía tormentosa, la sucesión de lluvias y de truenos. Conspira con el relámpago, su firma de cuchillo gigantesco. La herida que desangra el firmamento.
Eso es amarte. Eso poblar las horas y los días, sin la quietud gloriosa de tus ojos. Desposeído, desnudo, abandonado. Súbdito de la nada y sus acentos. Expósito del aire y de la nube. Encelado del vuelo y de la aurora.

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