miércoles, 23 de abril de 2008

Nausícaa



Te coronaban flores. Y escuchabas,
sonriente, acariciada
por el dócil vaivén del oleaje,
los halagos sedosos de mi boca.


Qué recto brote de palmera
tu cuerpo grácil de princesa;
qué perfume de inciensos escogidos
bordaba tu risa en el perfil del viento.


En palacio supiste
de cíclopes, lotófagos, sirenas.
Nuestros cuerpos
como naves surcaron
el océano oscuro de tu lecho.


Y sonreíste. Te ceñía Afrodita
la frente y el alma de los dones
que prodiga en la fértil primavera.


Sé que en tus sueños
mil veces vuelvo a naufragar en tus orillas,
y mil veces gobierno
por tu cuerpo desnudo
el rumbo dulce y misterioso
de la patria que anhelo para siempre.

1 comentario:

  1. Marcamos un rumbo para conseguir nuestra patria, muchas veces conseguimos con nuestra estupidez, desviar el rumbo....

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