Sabes que aquí se oyeron
las cuadernas crujir mientras viraban
deseosos de gloria
los trirremes guerreros. Atenea,
la libertad de Grecia, las antiguas tumbas,
los templos destruidos, la venganza,
la sangre que mezclaba
rojiza espuma
a las fervientes olas del divino Egeo.
Tales fueron, adivinas,
los gritos de combate.
No es fácil, sin embargo,
que percibas sus ecos jactanciosos.
Hoy motores arrastran
panzudas sombras de mercantes,
estruendos de sirenas
que mugen como espectros infernales.
Y no es sangre entregada, solo grasa
cuanto exudan titanes oxidados
infestando las aguas
con sus oscuros vómitos temblones.
Eran hombres tan solo que morían,
músculos rotos, heridas devastadas,
cadáveres, qué importa
que fueran vivos
súbditos o ciudadanos,
medos o helenos.
Los rugidos
metálicos y broncos
usurpan el bramido de Poseidón,
--escríbelo, a pesar de todo,
de este modo--,
en cuyas aguas duermen
los héroes de la libertad antigua,
la antigua
libertad de Grecia.
Hola Benjamín!!
ResponderEliminarQue mala es la guerra... como han cambiado los tiempos... cuanto han evolucionado las tecnologías... pero las guerras siempre son igual de crueles...
Tienes una sorpresa en mi blog, allí te espero!
Un abrazo!