Me descarto
de las húmedas caricias de tu lengua
sobre mi vientre,
pues me retas a espadas, al combate
sobre el racimo lleno del placer,
los copiosos granos
cuya rotunda perfección estalla
en la boca del alma;
y al contacto
de tus labios tahúres y sedosos,
la delicia se erige en una abrupta
constelación de flores como estrellas
fabricadas de miel,
de viento y fresca llama.
Y es hermosa
la derrota en que hundes a mi cuerpo,
con tus cartas de oros,
tu sonrisa,
jugadora de triunfos imperiosos,
de goces
invisiblemente vivos
por detrás de mis ojos
ya cautivos
sin fin ni desaliento.
Hola Benjamín!!
ResponderEliminarQue bonito, que bien rima... es precioso el final...
Seguiré leyendo y disfrutando de tus hermosas poesías.
Un abrazo.
Eva
A mi me gustaria ser derrotada en una partida como esa.
ResponderEliminarPresioso
A mi me gustaria ser derrotada en una partida como esa.
ResponderEliminarPrecioso