Para sentir tu amor me basta a veces
el transcurso fluido de las horas.
Recordar que sonríes,
y que siento
como si sobre mí los dioses extendieran
el manto con que a veces
ocultan sus paseos por la tierra.
Porque, si tú me dices que me amas,
en ese instante mismo,
una nube me envuelve entre los hombres
que no alcanzan a oír cómo mis ojos
suavemente navegan por tu cuerpo,
hienden el aire, se deslizan
con el callado aleteo con que Hermes
surca los cielos divinales.
Y nos ciñe un círculo de fuego,
mientras besamos
en las bocas de nieve enardecida
las almas, prisioneras de guirnaldas,
cautivas de perfumes, de aromáticas
sombras que de la infancia a veces vuelven.
No importa si despiertas
al despegar los labios y preguntas
cuánto tiempo nos queda hoy de amarnos.
No importa, porque es eterno
cada momento en que, recuerdas, te abrazaba,
en que sentía
tu amor. Y a mí me basta,
quiero creerlo, sí, es cierto que me basta,
por más que tú hayas regresado,
bajo tu manto etéreo
junto a los bienaventurados Inmortales.
El transcurso de las horas, se hace interminable, desesperante, pero... Es cierto, todo parece renacer, cuando recuerdo una sonrisa, un beso, una caricia.
ResponderEliminarTodo parece real recordando...