Subir hasta la espuma, hasta la llama,
hasta el cauce habitable de tu boca,
y de aliento colmarte y de gemidos
como espejos de sombra derramada;
enhebrar en la voz el hilo atento
de palabras de seda minuciosa,
que por dentro te tejan una herida,
una fuente de luz, profunda y terca;
recorrer los caminos de tu cuerpo,
con la codicia táctil de mis manos...
Y beber hasta el fondo de los tiempos
la espesura de vientos prisioneros,
el frutal cautiverio de tus labios,
la ingravidez oscura que rebosas.
Melancolía, risa, viento, espuma. Tú, nada más
ResponderEliminarGracias, por seguir ahí. Y por devolverme mis propias palabras, espejo inesperado para mi mente en desgobierno.
ResponderEliminarUffffff Madre mia
ResponderEliminarComo siempre, inmejorable.
Mente en desgobierno, hummm.
ResponderEliminarSí, en desgobierno... Fui a visitarte en tu blog. Leí algunas cosas. Volveré, para desgobernarme concienzudamente por los recodos de tus relatos. Y bueno, esta es tu casa, así que bienvenida.
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