viernes, 27 de julio de 2007

Visión



Volverás al capricho huracanado

de los labios abiertos como heridas

y la espada de carne que se adentra

en la boca empapada. Enlazaremos



con las manos las ansias y dulzuras

que se encrespan nerviosas cuando el beso

cicatriza la sed abrupta: duerme
la densidad del tiempo solitario.



Solo la luz nos ciega, cuando exaltan

los cuerpos su tensión almibarada.

Cuando estalla la vida reunida.



Y serán los recuerdos agua fresca

devorando los ojos la presencia

del amor y la carne en el abrazo.

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