Volverás al capricho huracanado
de los labios abiertos como heridas
y la espada de carne que se adentra
en la boca empapada. Enlazaremos
con las manos las ansias y dulzuras
que se encrespan nerviosas cuando el beso
cicatriza la sed abrupta: duerme
la densidad del tiempo solitario.
Solo la luz nos ciega, cuando exaltan
los cuerpos su tensión almibarada.
Cuando estalla la vida reunida.
Y serán los recuerdos agua fresca
devorando los ojos la presencia
del amor y la carne en el abrazo.
Hola
ResponderEliminarHay mucha imaginación en el relato.
Saludos